La problemática de los gases fluorados viene coleando desde hace unos años, desde que se ha detectado su efecto nocivo para el medioambiente. A lo largo del tiempo hemos tenido una eliminación progresiva de según qué tipo de gases, y ya desde 2012-2013 los gases fluorados se han gravado un impuesto indirecto que se cobra por cada kilogramo de gas utilizado en cualquier instalación frigorífica. Al principio este impuesto estaba exento para las nuevas instalaciones frigoríficas, pero ya desde este año 2022 también están gravadas.
La incidencia de los gases fluorados en el medio ambiente ha sido y es negativa. Por ello están surgiendo constantemente nuevos gases, más respetuosos con el medio ambiente, y que además llevan grabado un tipo impositivo inferior. Incluso ya se están utilizando gases de tipo natural, como el Butano, el Amoniaco o el CO2, aunque con determinadas limitaciones, puesto que el Butano sólo se utiliza en cargas muy pequeñas, el Amoniaco en instalaciones de alta potencia frigorífica, y el CO2 con dispositivos de seguridad y riesgos elevados, puesto que trabaja a presiones muy altas.
Así que, respecto al uso de estos gases naturales, los sistemas frigoríficos empleados en el canal Horeca no tienen una solución completa, bien por las limitaciones de potencia frigorífica (en exceso o en defecto, como en el caso del Amoníaco y del Butano respectivamente), o bien por el alto riesgo y capacitación que deben tener los frigoristas (como en el caso del CO2).
Por lo tanto, en el canal Horeca, la industria frigorífica se ha tenido que readaptar para poder asumir de forma económicamente eficiente la situación de crecimiento continuo de precios del gas y del impuesto que lleva consigo, y sin una solución fácil y económica con los gases naturales.
Esta adaptación se ha traducido en tratar de conseguir sistemas en los que la participación del gas sea mínima, o que su carga sea lo más reducida posible. Como ejemplo tenemos sistemas centralizados y refrigerados por agua glicolada, en los que el único sistema que trabaja con gas es el enfriamiento de esa agua glicolada, mientras que todos los servicios frigoríficos (en este caso sólo positivos) utilizarán la propia agua glicolada para su funcionamiento.
O también tenemos el caso de sistemas descentralizados con equipos independientes, que estarían refrigerados con agua que circula por un anillo de condensación cuya única manera de refrigerar esa agua es mediante un Aeroenfriador que no necesita ningún tipo de gas para su funcionamiento; y en los que la única carga de gas es la de los equipos independientes, estando ésta reducida a la mínima expresión puesto que al estar refrigerados por agua se podrían poner exactamente en la propia ubicación de cada cámara o servicio, tanto positivo como negativo.
Asimismo, los fabricantes también han evolucionado en la manufactura de equipos que son más eficientes y que a la vez tienen un menor tamaño, lo que también lleva consigo una reducción de carga de gas y una reducción del consumo energético.
Hasta la fecha, está claro que, aun habiendo reducido la dependencia del gas fluorado, su sustitución por completo por gases naturales no va a ser posible. Así que la participación de las empresas de distribución y su cualificación en el uso de los sistemas anteriormente descritos se hace fundamental para una reducción del impacto del gas, reduciendo su carga y por tanto su coste, y haciendo más eficientes los sistemas de refrigeración, tanto desde un punto de vista económico como medioambiental.